Broccolino está en la calle Esmeralda, en el microcentro porteño, desde 1985. Fue fundado por una familia italiana. Y si bien, el microcentro se disgregó mucho en el centro de la pandemia, la nueva oleada del turismo hizo que sus mesas estén siempre llenas.
“Siempre recibimos muchos extranjeros. Por la zona y por las recomendaciones. Hoy están viniendo muchísimos uruguayos los fines de semana. También hay turistas asiáticos y de todos los países fronterizos. Brasil siempre vino a Broccolino muchísimo, todos los operadores turísticos nos recomiendan directamente", comenta Alejandro Ballabeni, hijo de Luciana, la italiana de 87 años que fundó este restaurante.
En 1955, la familia Trío, conformada por los hermanos Luciana y Antonio, arribaron desde Italia. Sin embargo, la historia gastronómica familiar se remonta a los años '30, más precisamente a la ciudad de Livorno, en la Toscana, donde sus abuelos maternos administraban un restaurante en el puerto de esa ciudad.
Irene, la madre de Luciana y Antonio, creció en la cocina y se nutrió desde muy chica de la magia de la comida. En 1985, Luciana, gran cocinera de alma y empresaria de profesión, junto con la ayuda de Antonio e Irene, abrió Broccolino con la consigna de crear "un genuino ristorante italiano".
Los negocios familiares cuentan muchas historias al mismo tiempo que construyen comunidad, y “Brocco” no fue la excepción. Desde la visita “incógnita” de Anthony Quinn en 1991, hasta la convocatoria para ser los cocineros de los Rolling Stones, el restaurante supo ser centro de encuentro de deportistas, políticos y otras celebridades.
¿Qué se puede comer en Broccolino? Las pastas son las estrellas del lugar. Es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con salsa Alfredo que trae hongos y pesto. Muchos eligen los clásicos tagliatelle profumo di mare o alla puttanesca para quien quiere un poco de picante, y para aquellos a los que les gusta compartir, hay una selección de pastas que trae cuatro variedades con 4 salsas a elección. También tienen risottos, calamaretti, saltimbocca y no faltan las berenjenas alla parmesana.
“Nos ocupamos mucho de la calidad. La comida es buena, abundante y elaborada con productos de primera. Por eso trabajamos y nos mantenemos”, dice orgulloso Ballabeni.